“Y cuando la oruga pensó que el mundo se acababa… Se convirtió en mariposa”

Llega el 2012 y no deseo, no pido otra cosa que optimismo. Optimismo porque ya tengo suficientemente comprobado que el pesimismo no es buena compañía, a pesar de que  las actuales circunstancias de la cara más material y menos humana del mundo nos quieran empujar con fuerza hacia ese valle oscuro. Optimismo porque sé que con él crece y se potencia la luz de la paz y el amor; como si fuera la llave maestra que nos abre la puerta a ese reino  sagrado y a menudo tan desconocido que todos llevamos en lo más profundo de nuestros adentros.

También quiero optimismo porque sé que es sinónimo de confianza. Confianza para diseñar con total libertad y responsabilidad cualquier destino; el mío y también el tuyo, seas quien seas y te encuentres donde te encuentres, por mucho que lo dudes o te hayan querido convencer de lo contrario. Esa confianza que es capaz de sanar las heridas del pasado y ayudarnos a soltar todo el reguero de pesadas limitaciones que arrastramos desde tiempos inmemoriales, generación tras generación, sin darnos cuenta. Simplemente porque un día alguna alma confundida se atrevió a dictarlas y se colaron en la memoria colectiva con la guardia del corazón baja.

La sabiduría ancestral señala el 2012 como una ineludible fecha clave. La tan interesada postura del miedo se ha empeñado en darle una interpretación negativa, cuando no apocalíptica, intentando convencernos de que todo va a peor y que no hay nada que hacer, salvo resignarnos y ponernos en manos de los que se empeñan en preservar a toda costa y a cualquier precio, un sistema agotado. Pero desde la óptica optimista, la lectura es completamente distinta, y nos habla de una oportunidad única para engrasar entre todos, cual piezas perfectamente hermanadas, el motor del cambio.

Un cambio en el fondo fácil de abrazar si con él, nos decidimos a pasar por encima de la tormenta del odio, la codicia, el individualismo y la competitividad, para vislumbrar el arco iris de amor, bondad, compasión y solidaridad cuyo brillo nos aguarda un paso más allá.

Si después de tanto tiempo el pesimismo y la desesperanza no nos han traído ningún fundamento de felicidad, ¿para que seguir entonces anclados en ese enfoque…?

El optimismo es un renacer que pide a gritos ser adoptado. Una alternativa que sólo necesita ir acompañada de determinación y voluntad. Un acto de temeridad consciente idóneo para ser practicado en un volver a empezar… Por todo esto, y por todo lo que en el fondo tú también sabes:

¡FELIZ -Y OPTIMISTA- 2012!

Info relacionada:

«Semillas para el 2012»

«Malgrat tot, cerquem sempre la prosperitat»

«La transformación interior: el cambio decisivo que provoca el cambio global»

«2012: Destrucción vs Transformación, a las puertas de la nueva era»