Gran conocedor de diversas tradiciones espirituales como el budismo o el zen chino, Daniel Odier (Ginebra, 1945) es sobre todo conocido por ser uno de los escasos divulgadores del genuino tantra en Occidente. Después de varios años de incesante búsqueda de un camino que no excluyese el pulso de la pasión vital del anhelo de aspiración divina, su vida cambió para siempre a manos de una dakini del Himalaya, una maestra tántrica shivaíta que, prueba tras prueba, le instruyó en el más elevado de los conocimientos, el amor absoluto por la existencia que conduce a la libertad del ser (Tantra, la iniciación de un occidental al amor absoluto).

Consciente del gran valor de las enseñanzas que le fueron transmitidas, Odier ha dedicado los últimos años de su vida a plasmarlas por escrito en sus libros  y a compartirlas también en numerosos cursos y seminarios por todo el mundo. A punto de sacar a la luz su nueva obra cuyo provocativo título (Adiós, gurú) nos avanza en primicia y en un descanso de las clases regulares que actualmente imparte en Barcelona (centro Kannon Gyo), Odier nos ha concedido una entrevista que ayuda a comprender mejor la auténtica -y a menudo confusa- esencia del tantra y a través de la cual nos invita a vivir sin restricciones nuestro cuerpo y nuestras emociones para abrazar la magia de la presencia que anida en lo cotidiano.

Entrevista a Daniel Odier:

«El tantra parte de la aceptación total de la vida»

Define el Tantra en pocas palabras…

Es una vía mística no dual procedente de Cachemira en la que el cuerpo tiene una importancia capital.

¿Por qué es sinónimo de Amor absoluto?

La visión del tantra es que nada está aislado. Todo está vinculado porqué la conciencia se encuentra en todas partes. Toda materia es conciencia y vibración, nuestro cuerpo también… Nada es fijo y podemos entrar en relación con la conciencia y la vibración de todo lo que nos rodea. El tantra original no tiene nada que ver con el concepto de sexualidad neo-tántrica que se puede tener actualmente, es algo mucho más amplio… Mi maestra Lalita Devi solía decirme: “Dame una razón para no estar haciendo el amor con todo las 24 horas”. Obviamente, se refería a vibrar constantemente con todo.

De entre las diferentes tradiciones, ¿qué destacarías del tantrismo shivaíta de Cachemira?

Es la fuente del tantrismo. Se originó en el valle del Indo y se extendió a Cachemira, alcanzando prácticamente toda Asia: China, Tíbet, Indonesia, sur de la India… y adaptándose a cada cultura que encontraba. Esto lo hace cercano a las diferentes formas de tantrismo, como pueden ser por ejemplo el tibetano, más mágico y chamánico, o el chino, más próximo al taoísmo y al zen. Esta permeabilidad, lejos del marcado acento de una única cultura, posibilita que su filosofía pueda ser más fácilmente entendida por los occidentales.

¿El tantra es sólo para unos pocos?

El tantrismo, en sus orígenes, estaba planteado para poder llegar al máximo número de personas posible; a gente humilde y sencilla, y también a gente con más formación y cultura. No obstante, al tratarse de una vía tan revolucionaria también es cierto que a la postre acaba resultando demasiado para mucha gente… Su planteamiento teórico es muy sencillo, cualquiera lo puede entender, pero luego, a la práctica, es una bomba. Podríamos decir que es como un anarquismo espiritual que desmantela cualquier cliché.

Aparentemente el yoga tántrico parece bastante diferente al que más conocemos en Occidente…

Ciertamente no es un yoga postural. Su expresión física es la llamada danza Tandava, cuyo objetivo es que el cuerpo se vuelva uno con la totalidad, a semejanza de la danza sufí. Se caracteriza por su lentitud, que posibilita que el discurso mental se vaya calmando. Pero en el fondo no hay mucha diferencia…  En el Vijnanabhairava tantra, Shiva revela que el significado del yoga es ser uno con la totalidad y da hasta 112 vías posibles para llegar a esa unidad. Todas ellas confluyen en un mismo punto, la presencia. En definitiva, si consigues volverte uno con cualquier cosa que estés haciendo, ya sea beber un vaso de agua, pintar un cuadro o escuchar música, podrás ser uno con la totalidad.

¿Es verdad que las posturas de yoga son una evolución de la danza tántrica?

Sí… Se dice que fue a partir de las posturas que adoptaba  el cuerpo durante la danza que surgieron las asanas…

¿Consideras adecuado concebir el yoga como una práctica para trascender el cuerpo?

En las tradiciones espirituales suele haber dos grandes vías; una que tiende a negar el cuerpo, a querer separarse de él, y otra, que sería la de la tradición tántrica, que por el contrario considera que el cuerpo es una herramienta maravillosa y que las emociones son también muy importantes. Para mí, la tendencia más natural es la tántrica; si se le presta la debida atención, el cuerpo siempre tiende a manifestar un impulso natural de unión con la totalidad, de la misma manera que un bebé siente curiosidad y quiere acercarse a todo. En el fondo, su lenguaje es muy sencillo…

¿La vía tántrica ayuda a trasladar el yoga a la vida cotidiana?

Sin duda, su papel es muy importante… El tantra parte de la aceptación total de la vida. Se podría establecer un cierto paralelismo con el arte; hay tradiciones espirituales que lo consideran un mero entretenimiento mundano sin importancia, cuando en realidad el acto de crear nos permite claramente vibrar. A través de la expresión de la emoción artística uno también puede comunicarse con la totalidad. Para mí, todo lo que nos pone en vibración, cualquier cosa que hace burbujear a nuestro cuerpo, es yoga. Lo sensorial también es yoga.

Cierto tipo de practicantes le dan tanta importancia al cuerpo que quedan atrapados en una peligrosa vanidad…

Por descontado, el cuerpo también puede ser convertido en un fetiche. Es verdad que la obsesión por la homogeneización, por limar todo aquello que no se considera adecuado, puede comportar una desvirtuación de lo que es natural en nuestro cuerpo. Hay algunas escuelas que incluso defienden que las mujeres ya no deberían tener la menstruación para estar totalmente dentro del yoga… El yoga tántrico no busca muscular el cuerpo, sino relajarlo, huyendo de cualquier tipo de esfuerzo en busca de una mayor conciencia. La substitución del esfuerzo por la conciencia es un rasgo claramente femenino…

¿Por qué en el tantra es tan importante la feminidad?

Porque es quien tiene el poder. Energéticamente, el tantra nos considera seres andróginos, mitad hombre y mitad mujer. Shiva y Shakti. Ambas mitades se necesitan y son complementarias. La tradición tántrica se basa en un diálogo constante entre Shiva y Shakti, ambos se enseñan mutuamente. El yoga busca despertar en ti tu otra polaridad para conseguir la armonía. Shiva, lo masculino, representa la arquitectura del Cosmos, y Shakti, lo femenino, el poder que le da armonía. La filosofía del tantra pone nervioso a muchos hombres porque les cuesta renunciar al poder y reconocerlo en la mujer.

¿La presencia es el antídoto a todos nuestros problemas?

Sobre todo es un antídoto para remediar la actividad de la mente. La presencia es silenciosa y cuando en nuestra mente reina el silencio no hay perturbaciones. Siempre que no hay discurso mental, todo está bien.

En cambio pensamos compulsivamente y nos dispersamos tanto hablando…

Lo mental, tal y como lo vivimos, es como un mal periodista deportivo que no sabe dónde está la pelota y no deja de hacerse preguntas… Los yoguis tántricos no son idealistas, sino unos grandes observadores del ser humano que se interesan científicamente en cómo funciona. Así observaron que a la mente no le gusta nunca que le impongan lo que tiene que hacer… Esto explica porqué hay tanta gente que se siente perturbada durante la meditación y muy relajada en la terraza de un café. Lo mental puede agitarse con sólo ver el cojín de meditación e intuir que va a tener que estar en silencio por un tiempo.

¿Cómo acceder a la presencia sin esfuerzo?

Para remediar el exceso de actividad mental, recomiendo unas “micro-prácticas” indicadas tanto para principiantes como para practicantes consumados. Consisten en breves actos de presencia de unos pocos segundos pero efectuados con frecuencia a lo largo del día. Es algo al alcance de cualquiera que permite descubrir que en el fondo la presencia es sinónimo de placer. Una vez nuestro sistema lo asimila, la tendencia a mantener esta actitud se vuelve mucho más sencilla y natural.

Estamos tan atrincherados en la seguridad del pensamiento que muchos aún le tienen pánico a sentir…

El miedo se produce porque a menudo uno no sabe hacia dónde le va a llevar el dejarse sentir. El cuerpo no entiende de límites y restricciones, es lo mental lo que siempre nos dice esto sí, esto no, por aquí sí, por aquí no… En el fondo, el yoga tiene mucho que ver con perder el control. Por ejemplo, en la danza tántrica no eres tú el que está bailando sino que es la danza la que baila a través tuyo…

¿Cómo nos deberíamos relacionar entonces con la emociones?

Viviéndolas total y completamente… ¡A por todas!

¿Hasta qué punto es bueno expresarlas? ¿Lo debemos hacer a cualquier precio?

El precio que se paga es muy bueno… Si dejas a una emoción expresarse totalmente no se queda por demasiado tiempo en tu cuerpo. Las emociones dan mucha energía a tu sistema. En el Vijnanabhairava tantra Shiva nos dice que todas las emociones son iguales. También las emociones consideradas “negativas” son importantes, ya que nos permiten vivir las cosas al cien por cien. No puedes sentirte celoso sólo al 63 por ciento… En cambio, las emociones positivas a menudo suelen ir acompañadas de un “pero”, creemos que aún pueden ser mejores. Si te dejas vivir una emoción negativa en toda su intensidad puedes llegar a un estado de éxtasis…

Qué fácil parece y sin embargo cuánto dolor genera quedarse apegado a una emoción…

El conflicto se presenta cuando es la mente la que quiere vivir o explicar la emoción, y a menudo no la deja partir. La mente fomenta la repetición de la emoción, le da una falsa duración contraria a su naturaleza. Un buen yogui tiene mil emociones más que una persona convencional porque no cae en esta repetición; entra, las atraviesa y sale… ¡Excitante!

¿Es imposible llegar a la presencia sin trabajarse primero la aceptación y la ausencia de culpabilidad?

La ausencia de culpabilidad es lo más importante. La culpabilidad es el gran obstáculo en cualquier proceso de búsqueda espiritual. Hay que ser conscientes de por qué fallamos en algo pero sin dar lugar a la culpabilidad. Si partimos de la concepción de que todo está vinculado, entonces cualquier error o cualquier logro forman parte por igual del equilibrio de un todo. Así, si por ejemplo tiramos una taza de café, tenemos dos opciones; sentirnos mal o bien reconocer que gracias a este acto el Cosmos está en armonía… Desde el punto de vista universal no hay errores, sino una simple falta de presencia. Por descontado que esto no es nada fácil, ya que la culpa está culturalmente muy arraigada en nuestra sociedad, es la base de la religión en Occidente… Poder ver las acciones simplemente como algo que has logrado o no, cambiar gradualmente la obligación por la espontaneidad, supone un gran paso.

¿Antes de ponernos a meditar deberíamos empezar por pararnos más a menudo a respirar?

La respiración es la clave para el equilibrio emocional, y para ello hemos de dar cabida también a cualquier emoción. Cuando nos resistimos a alguna, la respiración se modifica. Al reprimir la emoción todo se bloquea. Podríamos decir que la respiración es la única cosa en la que todas las escuelas espirituales están de acuerdo… Aunque luego se peleen para establecer cuál es la correcta. Tenemos que volver a aprender a respirar tal y como lo hacen los animales y los bebés, relajando la musculatura abdominal con cada inhalación y dejando que toda la columna vertebral se vea involucrada. Los primeros yoguis estaban fascinados por los tigres, observaban cómo respiraban y se movían y los empezaron a imitar…

Les gustaba fluir…

Así es. Hay que recuperar la fluidez del cuerpo y las emociones, pero también del pensamiento. Tenemos que darnos cuenta de la importancia de relajarlo, porque de lo contario estamos condenados a tener un pensamiento histérico con todo lo que esto conlleva…

¿El gran trabajo es darnos cuenta de que ya estamos completos?

Los tántricos siempre han apostado por darle la vuelta a la búsqueda, llevándola del exterior hacia el interior… Puedes pasar años buscando cualquier cosa en el exterior, ya sea un gurú o un Dios, para que te traiga la tranquilidad, pero cuando alcanzas la auténtica madurez te das cuenta de que lo que en realidad estás buscando eres tú. Todo está ya aquí, en ti… Lo único que puede hacer un maestro es hacerte ver que ya lo tienes todo y que lo puedas entender. La culpabilidad nos hace sentir indignos de albergar lo divino y por eso lo tenemos que proyectar en el exterior.

¿Cómo encajan el deseo, la pasión y la espiritualidad, que es el título de uno de tus libros?

Me gustan los títulos provocativos… Para los tántricos, éstos son conceptos absolutamente integrados. Entrar en cualquier vía, como puede ser la espiritual, necesita de una pasión previa. Aquí no estamos hablando de los deseos más convencionales, sino del gran deseo que se oculta detrás de todos los pequeños deseos: llegar a ser uno con la totalidad. Aunque no seamos conscientes de ello, cualquier deseo particular siempre esconde una aspiración mucho más grande que no puede verse satisfecha a través de ningún logro material.

Existe mucha confusión en la relación entre tantra y sexualidad… ¿Qué papel o importancia debe tener ésta en un camino de conciencia?

Es una confusión fruto de la estupidez occidental. Los auténticos tántricos se ríen cuando escuchan el término “sexualidad sagrada”, ya que para ellos todo es sagrado… Se dice que el tantrismo es sexualidad cuando en realidad ésta sólo ocupa una pequeña parte del camino. Abhinavagupta, un maestro del siglo X, dijo en su día: “Si el tantrismo tuviera que ver con la sexualidad, mi burro sería mi maestro”. La sexualidad, en el tantrismo, no es más que una vía de unión con el todo. No hay que confundir el acto de unión carnal conocido como maithuna con una práctica habitual, esto es algo a lo que se llega después de muchos años de trabajo con la presencia. El maithuna es un ritual muy complicado y no revelado en ningún libro… Precisa de tres requisitos: presencia total, silencio mental total y capacidad extática total, y sólo cuando se reúnen estas tres condiciones la vibración sexual puede aportar realmente algo significativo. A menudo, el sexo, como lo conocemos, suele reducirse a dos cuerpos unidos en el caos. Hay “maestros” tántricos occidentales que entran directamente en esta práctica creyéndose que están en el ritual del maithuna y la mantienen durante años de forma perturbada…

¿Cómo relacionarnos de manera tántrica en contextos completamente alejados de esta filosofía?

En realidad, la vía tántrica está concebida para ser practicada en un contexto social. Llevando a cabo las micro-prácticas de presencia cotidiana que he comentado antes, la vida social puede enriquecerse mucho. Con ellas, ganaremos en estabilidad emocional y nuestra vida será más plena. Cuando uno logra dejar el discurso mental en un segundo plano, sólo puede “contaminar” a los demás con su presencia. Además, la relajación y la presencia despiertan la curiosidad en el otro, puede ser un proceso muy contagioso…

¿Cómo fue tu vuelta a la normalidad después de la iniciación tántrica que viviste en el Himalaya?

Básicamente, con la sensación de que todo estaba bien… Los problemas cotidianos ya no lo eran tanto. Aún hoy, cuando me siento muy relajado me gusta recibir alguna perturbación para poner en práctica todo lo que enseño.

¿Con qué imagen o detalle te quedarías de aquella intensa experiencia?

Uno de los momentos que recuerdo con más intensidad es cuando fui arrojado en medio de un grupo de gente con lepra. Yo procedía de una familia conservadora de Suiza y le tenía mucho respeto y miedo a la enfermedad… Sin duda, fue algo que mi maestra captó.

¿Los auténticos maestros están escondidos?

Pueden estar escondidos en cualquier parte o pasar simplemente desapercibidos hasta que uno sufre el “shock” que le conecta a ellos. Para ello, uno tiene que estar dispuesto a ir a por todo, a terminar con su ser superficial sin reservas. Algo realmente sólo al alcance de unos pocos…

¿Qué consejo de tu maestra nos podrías trasladar para llevar una vida más plena?

Llevar a cabo las micro-prácticas de presencia en el día a día, hagas lo que hagas y seas quien seas, aunque no te encuentres en el camino espiritual.

Entrevista: Daniel Gomis para la revista Kalma

Foto: Anna Carlota

Traducción: Florence Tessier

Más info sobre Daniel Odier: www.danielodier.com

Información relacionada:

«Visión del Tantra original en torno a la sexualidad»

Video: «Soy genial tal y como soy»

Video: Presentación Adiós gurú

Daniel Odier en La Contra